Llegamos marchando a la 4ta Jornada del Juicio por la Verdad de Napalpí, acompañados de familiares de las víctimas de la masacre, compañeros y compañeras del Movimiento Naciones y Pueblos Originarios en Lucha, la CCC (Corriente Clasista y Combativa) y la FNC (Federación Nacional Campesina). Este juicio histórico no solo busca justicia, sino también arrojar luz sobre los hechos que constituyeron un genocidio indígena perpetrado por el Estado argentino en 1924.
La masacre de Napalpí, que se cobró la vida de cientos de miembros de las comunidades Qom y Mocoví en la provincia del Chaco, es una de las tragedias más silenciadas de la historia argentina. Por primera vez, un tribunal se dispone a reconocer este acto atroz como un crimen de lesa humanidad, un paso fundamental en la lucha por la verdad, la memoria y la justicia para los pueblos originarios.
En esta jornada, marcada por la emotividad y la fuerza colectiva, las palabras de los familiares y las organizaciones presentes resonaron con un mensaje claro: la verdad sobre los crímenes de Napalpí no puede ser ignorada ni olvidada. Este juicio no solo trata de los hechos de 1924, sino también de la continuidad del racismo estructural, la violencia institucional y el despojo territorial que aún enfrentan los pueblos originarios.
El juicio ha contado con el testimonio de investigadores, antropólogos, historiadores, y sobrevivientes, quienes aportaron pruebas y reconstrucciones de los hechos. Además, se destacó el legado de Juan Chico, docente, historiador y principal impulsor de este proceso judicial a través de la Fundación Napalpí, cuyo trabajo incansable fue crucial para que este juicio sea hoy una realidad.
Marchar hasta esta jornada no es solo un acto de acompañamiento, sino también un símbolo de la resistencia y la lucha colectiva. Como organizaciones comprometidas con los derechos de los pueblos originarios, reiteramos nuestra exigencia de justicia y reparación histórica, así como el reconocimiento de la dignidad y los derechos ancestrales que fueron pisoteados durante décadas.
El Juicio por la Verdad de Napalpí marca un hito, no solo para las comunidades indígenas, sino para toda la sociedad argentina, al abrir el camino hacia el reconocimiento de un pasado doloroso y al sentar las bases para la construcción de un futuro más justo y respetuoso con la diversidad cultural y los derechos humanos.